“No crean algo porque lo diga la tradición. Ni siquiera porque generaciones hayan creído en ello por los siglos. No crean en algo porque así lo hayan creído sabios de otras épocas. No crean a ningún ser humano.Crean únicamente en lo que ustedes mismos hayan aceptado después de someterlo al dictamen del discernimiento y a la voz de la conciencia.” Buda
Durante años me han enseñado que si no consumo leche de vaca no tendré mis huesos fuertes ni tendré suficiente calcio que los sustente, me han enseñado también que si quiero obtener un aporte suficiente de proteínas debo consumir carne, huevos y pescado cada día.
He crecido comiendo tres platos en cada comida, un primer plato o entrante, un segundo plato o plato fuerte y proteico, y un postre.
Tenía la convicción de que las espinacas eran uno de los alimentos más ricos en hierro, la lecha de vaca uno de los más ricos en calcio y las naranjas y cítricos de los que contienen mayor cantidad de vitamina C.
El arroz blanco era el gran aliado de los dolores de barriga y de las episodios de diarreas en casa.
Y tantos otros mitos en los que he creído, sencillamente porque eso es lo que decían todos, porque así se me dijo, y porque eso transmitía la sociedad, tradición, la medicina, la publicidad y el marketing.
Y desde la primavera del año 2016, todos estos mitos entraron en crisis para mí porque empecé a leer, estudiar y practicar una alimentación saludable basada principalmente en vegetales y con alta proporción de crudos.
A medida que estudiaba, iba rompiendo mitos: resultó que la leche de vaca, lejos de calcificar mis huesos, les puede acarrear una importante descalcificación; que los vegetales son fuente importante de aminoácidos y por tanto de proteínas y que no sólo no es necesario consumir proteína animal sino que no es saludable; que no hace falta comer tres platos en cada comida porque eso dificulta enormemente una buena combinación de alimentos y complica las digestiones; que las espinacas contienen hierro pero que ni mucho menos una cantidad tan alta como nos hizo creer Popeye; que una cucharada de semillas de sésamo contiene diez veces más calcio que un vaso de leche; que el rey de la vitamina C lo son las coles, el perejil y el pimiento rojo, destronando así a los famosos cítricos que aunque también la contienen, no es tan merecido su trono; y que el arroz blanco es arroz refinado al que le han quitado la fibra y se ha convertido en un “veneno blanco” a evitar por los picos de glucemia en sangre que provoca, siendo el arroz sano de verdad el integral.
Sorprendida, y al principio algo incrédula, decidí probar: de manera paulatina aunque relativamente rápida, eliminé los “venenos blancos” (azúcar blanco, sal blanca, harinas blancas), los lácteos y quesos de origen animal, también el gluten, y por supuesto, los alimentos procesados y envasados, las bebidas carbonatadas y azucaradas, la bollería, los fritos y rebozados. Y a estas supresiones les añadí un importante incremento de consumo de vegetales, verduras y fruta.
Sólo tres semanas fueron necesarias para convencerme. Los vegetales, las hojas verdes, las frutas y las hortalizas, y los beneficios que me han reportado, fueron suficientes para creer por experiencia propia. Sólo eso me convenció, porque mis digestiones se simplificaron, experimenté en mi persona un aporte de energía increíble, se acabó la sensación de somnolencia (que padecía siempre tras las comidas), disminuyeron los gases, la hinchazón abdominal, mi figura se hizo más esbelta, mejoró el estado de mi piel, de mi cabello, me sentía eufórica por los cambios que, para bien, estaba sintiendo en mi propia persona. A pesar de que no soy budista, suscribo muchos de sus pensamientos. Y como habéis visto al principio de este post, ya lo decía Buda, la clave está en someterlo a nuestro discernimiento.
No hay forma más bonita de convencerse de algo, no crees?
Si quieres tú también probar y experimentar por ti mismo/a y ver cómo te sienta comer así, hazlo. Es tan fácil como probarlo.
En Cruditeka te doy muchos consejos y mucha información sobre en qué consiste una alimentación sana. Ayudarás a controlar tu tensión arterial, tu colesterol, tu índice glucémico (nivel de azúcar en sangre), sin pasar hambre, sin los efectos rebote de las dietas rápidas. No se trata de ponerse a dieta sino de cambiar la forma de alimentarse. Te sentirás con una energía interior brutal, te sentirás bien.
Hazlo de forma gradual, ve integrando nuevas costumbres y nuevos alimentos de forma paulatina y ordenada. Haz desaparecer los “alimentos muertos” de tu dieta y basa la misma en “alimentos vivos”.
Te sorprenderá lo fácil que es en realidad y de cómo en poquísimo tiempo notarás los beneficios del cambio.
Prueba y convéncete! Y si te surgen dudas, contacta conmigo, estaré encantada de ayudarte.
Un abrazo desde Cruditeka!