En 1931 el Dr. Otto Heinrich Warburg (1833-1970) hizo un gran descubrimiento en esta materia, que representó un gran avance y por el que obtuvo el Premio Nobel de Medicina. Su descubrimiento se denominó “Efecto Warburg” y supuso una auténtico avance en el mundo de la medicina y en el estudio del cáncer.
Su estudio se basó en la investigación del metabolismo de los tumores y la respiración celular, en especial de las células cancerosas. Demostró científicamente que las células cancerosas tienen una característica universal: prefieren, para obtener energía, usar el proceso de la fermentación (quema de azúcar) en lugar de un proceso mucho más eficiente como es el de la fosforilación oxidativa (quema de grasas).
La célula sana usa dos sistemas metabólicos distintos para producir energía:
Uno de los sistemas, de tipo oxidativo, es el de la fosforilación oxidativa, el cual se usa siempre en presencia de oxígeno y es el sistema preferido por ser más eficiente. Se realiza en la mitocondria. Las mitocondrias son unos órganos diminutos que contienen las células de nuestro cuerpo cuya función es la de crear energía para el cuerpo, provocando la oxidación de los nutrientes que ingerimos para liberar energía y que todas nuestras células puedan desarrollar sus funciones.
El segundo de los sistemas es de tipo fermentativo, y es la glucólisis. En condiciones normales este sistema se usa sólo durante breves períodos de tiempo, cuando transitoriamente puede faltarnos el oxígeno (por ejemplo, cuando realizamos un ejercicio intenso y a nuestros músculos les falta oxígeno). Es un proceso menos eficiente pero es más rápido y se usa para salvar una situación potencialmente peligrosa para la célula porque en ese momento le falta oxígeno.
Por un lado, Warburg nos demostró que las células tumorales necesitan consumir mucha glucosa para obtener energía y nutrir a nuevas células tumorales. El cáncer necesita siempre de un estado inflamatorio. Por otro lado, sabemos que la mitocondria controla la “apoptosis” o “sucidio programado” de las células que están dañadas, para permitir así que estas células puedan ser sustituidas por otras sanas. Si se pierde la función mitocondrial, la célula dañada ya no puede suicidarse y se convierte en inmortal, proliferando descontroladamente y conduciendo al cáncer.
En consecuencia, si cambiamos el metabolismo de la glucosa por el que de las grasas, le negamos al tumor la mayor parte de su combustible principal (la glucosa). Las células cancerosas no son capaces de metabolizar ácidos grasos ni cuerpos cetónicos.
Y ¿cómo cambiamos el metabolismo de la glucosa por el de las grasas? Pues llevando a nuestro cuerpo a un estado de cetosis, situación que podemos lograr siguiendo una dieta cetogénica o dieta keto.
¿En qué consiste la dieta cetogénica o dieta keto?
Consiste en cortar todo suministro de hidratos de carbono (glucosa) en el sentido estricto: suprimiendo el consumo de azúcar, legumbres, cereales (ni los integrales) e incluso de frutas y verduras de alto índice glucémico.
Al evitar ingerir los hidratos de carbono el cuerpo entra en un estado de CETOSIS, quemando grasas y generando cetonas para usarlas como su combustible principal. La cetosis permite al cuerpo autodefenderse activando el proceso conocido como AUTOFAGIA (“comerse a sí mismo”) por el que el cuerpo usa sus propias células de desecho para generar energía. Es un proceso de reciclado celular que mejora el funcionamiento de nuestras células y que retarda el envejecimiento. La energía se consigue de los cuerpos cetónicos a través de la mitocondria, y las células tumorales se mueren de hambre.
Suprimir los hidratos de carbono te proporciona muchos e importantes efectos beneficios en tu salud. Si quieres más información sobre la dieta keto y sobre los todos los beneficios que te aporta, haz clic aquí, y si quieres saber cómo entrar en el proceso de la cetosis, te lo explico en un Post dedicado a ello al que puedes acceder sólo haciendo click aquí.
Hasta pronto!