Fue un impulso. Uno de esos “impulsos verdes” que padezco de vez en cuando. Entré en el supermercado para hacer mi compra habitual. Como siempre, me detuve en el apartado de frutas y verduras. Y allí, en uno de sus estantes, había unas de esas bandejitas envueltas en papel film con esas raras hierbas verdes. Miré la etiqueta: “Salicornia”- decía. Jamás la había visto antes ni había oído hablar de ella. Ni tan sólo había leído sobre ella. Y no pude reprimir mi curiosidad y la compré. En valor absoluto no era cara, pues la bandejita costaba 1,95 euros (aunque, como su peso era de 100 gr., eso representa que el kilo cuesta 19,50 euros!). Y me arriesgué. Quería probarla y sobre todo, y antes que nada, saber qué era.
Literalmente el término «salicornia» significa «cuernos salados», y se le conoce también como alacranera, hierba de San Juan, hierba salada o espárrago de mar.
Crece de forma salvaje en los márgenes de torrentes justo antes de llegar al mar, o en los márgenes de las marismas. A veces inundadas por aguas saladas.
Son carnosas, con una textura muy parecida al espárrago triguero, aunque mucho más tierna. Un sabor finísimo y con un ligero toque salado.
De sus semillas se extrae un aceite muy preciado tanto para fines cosméticos como culinarios.
Son ricas en aminoácidos (precursores de la proteína), hidratos de carbono, ácidos grasos insaturados (y por tanto saludables, beneficiosos para el corazón), vitaminas, y minerales (especialmente calcio, magnesio, sodio, yodo y potasio). En los roedores potencian positivamente y de forma muy significativa las células del sistema inmunológico. Todo apunta a posibles futuros usos terapéuticos de este vegetal.
Pueden consumirse en crudo, al vapor, ligeramente salteadas o fritas.
Opté por comer en crudo la mitad de la cantidad que había en la bandeja que adquirí, lavando y troceando la plantita en porciones de 1 cm y añadiéndola como ingrediente a una de mis ensaladas. La otra mitad, la horneé durante 5 minutos a 170 grados como acompañamiento o guarnición de uno de mis platos y recién salida del horno la salpimienté y la rocié con un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
Nos encantó!! Incluso al pequeño de la casa!. Tanto en crudo como cocida. Tiene un sabor muy agradable, fino y nada extravagante. No sé bien cómo definirlo, pero creo que el apodo de espárrago del mar es realmente acertado.
Sé que no es habitual encontrarlo en los supermercados, pero si como yo, tenéis la suerte de tropezaros con la salicornia, no dudéis en probar este fantástico vegetal que nos proporciona la naturaleza.
Besitos!!!