A finales del siglo XX era la panacea nutricional, especialmente indicada para combatir desórdenes menopáusicos, excesos de colesterol en sangre, problemas cardiovasculares e incluso cánceres.
Sin embargo, a poco que se averigua y ahonda en conocimientos nutricionales, son ya muchos expertos los que desaconsejan el consumo de soja, y en especial la contraindican para personas con desarreglos hormonales, menopausia o problemas de tiroides.
¿Soja sí o soja no?
Como antecedente a la respuesta, creo necesario explicar primero que la soja desde el punto de vista industrial, es un alimento con miles de aplicaciones por su riqueza en proteínas, grasas saludables, gran plasticidad y bajo coste económico. Todos ingredientes muy estimados por la industria alimentaria, hecho que ha propiciado que en la actualidad, el 99% de la soja que se cultiva sea transgénica y que para su procesamiento industrial se utilicen los métodos industriales más agresivos.
Dicho esto, es innegable que el grano soja es un tipo de legumbre que tiene todos los aminoácidos esenciales, y que es rico en fibra, vitamina B (excepto B12), potasio, fósfora, calcio y magnesio. Contiene además estrógenos vegetales, que son los encargados de efectuar la regulación hormonal del cuerpo de las mujeres. Estas bonanzas justifican por qué hace años fue tan y tan recomendada en general y en especial para mujeres menopáusicas.
El boom de la soja acarreaba tanto beneficio económico para la industria alimentaria que se obviaron informaciones como las siguientes:
- Que al ser transgénica, contiene disruptores endocrinos, que lejos de regular el sistema hormonal, los desequilibra y puede acarrear serios problemas de salud. Si quieres saber qué son y que provocan los disruptores endocrinos haz click aquí.
- Que es inhibidora de las proteasas, en concreto de las tripsinas, que son las enzimas necesarias para que nuestro organismo degrade la proteína, y que este factor inhibidor no se desactiva ni con la cocción, sino únicamente mediante la fermentación de la soja, proceso muy lento que dura desde meses hasta años.
- Que para obtener derivados de la soja la industria emplea SPI (aislado de proteína) y TVP (proteína vegetal texturizada), que somete a elevadas temperaturas que además de no frenar la inhibición de la tripsina, desnaturaliza la proteína de la soja y genera nitritos carcinógenos y toxinas cancerígenas. Ello sin contar, además, que suelen añadírsele saborizantes artificiales.
Veamos por ejemplo los ingredientes de una leche de soja, y recordad que los ingredientes en las etiquetas se ordenan por orden cuantitativo, es decir, que los primeros que se nombran son los que se halla en mayor proporción y cantidad en ese alimento:
Jarabe de maíz, aislado de proteína de soja (SPI), aceite de soja parcialmente hidrogenado, azúcar, vitaminas y minerales, maltodextrina, sal, sabores artificiales, mono y diglicéridos.
Lo véis, verdad?!
¿Significa ello que la soja es mala o lo que es lo mismo, que no es saludable? Pues no siempre.
La soja es un alimento saludable cuando:
- No se come de forma indiscriminada y en todas sus formas de procesado. No debemos consumirla en exceso (leche de soja, yogur de soja, grano de soja…) pues entonces se convierte en un disruptor endocrino además de provocar un exceso de consumo proteico.
- Se encuentra en forma natural y no manipulada genéticamente, pues el peligro de los transgénicos es que el cuerpo no los reconoce. La soja debe consumirse siempre ecológica, evitando así que no contenga ni abonos químicos ni pesticidas.
- Ha sido fermetada de forma natural. Es un processo que dura mucho tiempo y por el que se consigue un alimento sano y fácilmente asimilable por nuestro organismo y que inactiva los inhibidores de proteasas que contiene la soja.
La soja fermentada produce alimentos sanísimos como el MISO NO PASTEURIZADO, el TEMPEH y la SALSA DE SOJA ECOLÓGICA.
CONCLUSIÓN:
Consume soja cuando estés puedas asegurar que cumple estos tres requisitos, y no caigas en el engaño de que genéricamente la soja es un alimento ideal para tu salud.
Por cierto, tén en cuenta que los SPI y los TPV son omnipresentes hoy día en bebidas comerciales, panificados, falsos alimentos dietéticos, golosinas, embutidos, imitaciones cárnicas, barritas de cerales, mayonesas y salsas, helados y derivados de lácteos.
Salud!