El tupinambo es un tubérculo originario de Sudamérica y Norteamérica cuya planta mide unos dos o tres metros de altura y hace unas flores amarillas de aspecto muy similar al girasol.
Suele ser desconocido a pesar de sus múltiples propiedades y fue la patata quien le robó el protagonismo en su día.
Además de tupinambo tiene otros muchos nombres: nyàmera, pataca, batata de caña, criadilla de agua, castaña de tierra, ajipa, papa de caña, aguaturma, alcachofa de Jerusalén, marenquera, batata tupinamba…
Es muy diurética, un 80% de su composición es agua . Posee una buena dosis de proteínas, y fibra y casi nada de grasa. Muchos menos hidratos de carbono y calorías que otros tubérculos, pues sólo tiene 25 Kcal por cada 100 gr. Aporta vitamina A, B1, B2, B6, C y D, y también minerales como el potasio, magnesio, sodio, calcio, hierro y fósforo.
No almacena almidón ni tiene gluten.
Muy recomendada para combatir la diabetes, por sus propiedades antitumorales, por mejorar las defensas, por reducir el colesterol, por aportar sensación de saciedad y por ser de fácil digestión.
Su sabor es suave, algo dulce, una mezcla de patata y alcachofa.
Su precio actualmente ronda los 4,5 €/kg.
Pueden comerse crudos, hervidos, al vapor, asados, en cremas, purés, sopas, guisos, tortillas, etc…
No siempre lo tienen en las fruterías y verdulerías, pero si tienes la suerte de encontrarlo, no dudes en comprar un poco y probar, por ejemplo, con una crema de tupinambos como la que encontrarás en el blog de Cruditeka.
Es un sabor distinto y peculiar que resulta muy gustoso y rico, a la vez que saludable.
Si con este post te has animado a probarlo, ya me contarás!